Principios de nuestro Proyecto Educativo Institucional
Creemos que la familia fue instituida por Dios y que nuestros hijos son una bendición.
Creemos que Dios los creó con capacidades y necesidades que deben ser desarrolladas y satisfechas especialmente por sus padres; y como colegio cooperamos en esta responsabilidad.
Creemos que la formación cristiana de los niños se fortalece cuando la familia y el colegio persiguen el mismo fin; cuando padres y docentes tienen plena conciencia de su rol educativo y del tipo de persona que desean educar. Si no se persigue el mismo fin, la tarea será más difícil.
Entendemos la educación como la ayuda que ofrecemos a nuestros alumnos para sacarlos de su pobreza (externa como interna) que se manifiesta desde su nacimiento: necesidades físicas (de alimento, abrigo, motrices), cognitivas (de conocimientos: intelectuales, científicos, artísticos), afectivas (de relaciones humanas, sociales), y espiritual (de comunión con Dios, de salvación).
Creemos que la educación debe estar orientada al desarrollo integral de nuestros alumnos para la vida personal, familiar y social y que para ello es fundamental el aprendizaje de valores y principios.
Entendemos los valores como aquello que es relevante y da sentido a la realización de la existencia humana. Algunos valores son: la naturaleza, la vida, el matrimonio, la familia, la sociedad, el estado, el trabajo, la educación, el estudio, la ciencia, la tecnología, el arte, la belleza, la obediencia, el esfuerzo, el orden, la limpieza, la excelencia, la justicia, la honradez, la verdad, el respeto, entre otros.
Entendemos los principios como ideas fundamentales o básicas que permiten comprender, contextualizar y orientar la vida del hombre. Un principio en cuanto idea fundamental es: Dios es el creador de todo cuanto existe. Y también como normas que rigen nuestra conducta o manera de hacer algo, en directa relación con los valores. Ejemplos de principios en cuanto norma son: ser honesto, ser puntual, ser verás, ser amable, ser obediente, ser solidario, ser ordenado, ser limpio, ser justo, ser prudente, ser diligente, ser esforzado, entre otros.
Creemos que los valores y principios fueron dados por Dios a la humanidad y se pueden conocer en la Biblia, en las Sagradas Escrituras. Es nuestro deber conocerlos y enseñarlos a nuestros alumnos y guiar nuestro trabajo por medio de ellos.
Creemos que la desobediencia al mandato divino privó al hombre de su comunión con Dios y su ser se corrompió por causa de su pecado, por lo que fue sentenciado por Dios a la muerte. Al desobedecer, su entendimiento dejó de ser perfecto y en su estado de pecado ya no puede realizarse verdaderamente como persona, teniendo siempre presente la señal de la muerte.
Creemos, sin embargo, que Dios quiso redimirlo, salvarlo. Su redención fue posible por medio de su Hijo Jesucristo, a quien Dios envió a morir en la cruz en lugar del pecador (en nuestro lugar). Su muerte y su resurrección permiten al hombre que vuelva a la vida, a la comunión con Dios, y a realizarse verdaderamente como persona (aunque no perfectamente todavía). Para ello es fundamental que el hombre reconozca su pecado, crea en la muerte y resurrección de Jesucristo y lo reconozca como su Señor, Salvador y Maestro.
Entendemos que la tarea educativa siempre es guiada por la cosmovisión que profesan los educadores. Si el educador es cristiano realizará su cometido desde esta perspectiva. Entendemos que la realidad está formada por la naturaleza, el hombre con su cultura y su historia, Dios y su Palabra. Pero es esta última, la Palabra de Dios, el fundamento de nuestra cosmovisión, nuestra única regla de fe (lo que debemos creer, confiar) y conducta (cómo debemos vivir).
Como educadores cristianos, discípulos de Jesucristo, anhelamos que nuestros alumnos sean redimidos. Queremos ayudarlos a que conozcan a Cristo y se conviertan en sus discípulos. Que lo reconozcan como su Señor, Salvador y Maestro de sus vidas. Que vivan conforme a sus enseñanzas y sean constantemente agradecidos por su gran obra de amor. Que lo glorifiquen y alaben en todo tiempo y lugar. Que den testimonio de él y anuncien su evangelio a otros.